Yo al poco de tener a Firu, el primer día que le puse la puerta, volví a casa de trabajar y me encontré con una santa meada encima de la cama. El muy capullín había apartado estratégicamente el cobertor impermeable que yo extendía por encima del nórdico al principio..., la vida me dió que tenía una toalla debajado del cobertor y el liquidito sólo llegó hasta el nórdico.
Y el mes pasado, una tarde que tenía libre, le puse la puerta, y le obligaba a entrar (empujandole un poco el culillo, porque el problema que tenía Firu era que no era capaz de entender que la puerta tambien se abría desde dentro hacia afuera y no entraba porque le debía agobiar quedarse dentro), y cuando ya estaba dentro y me miraba a través de la puerta, agitaba la bolsa de chuches y salía poco a poco, y le daba una. Así varias veces, y pilló la idea.
Desde entonces, el señor habe sus cosas con la puerta puesta.