A DON LOPE FÉLIX DEL CARPIO,
SOLDADO EN LA ARMADA DE SU MAJESTAD.
DE DOÑA TERESA VERECUNDIA
AL LICENCIADO TOMÉ DE BURGUILLOS
SONETO
Con dulce voz y pluma diligente,
Y no vestida de confusos caos,
Cantáis, Tomé, las bodas, los saraos
De Zapaquilda y Mizifuf valiente.
Si a Homero coronó la ilustre frente
Cantar las armas de las griegas naos,
A vos de los insignes marramaos
Guerras de amor por súbito accidente.
Bien merecéis un gato de doblones,
Aunque ni Lope celebréis o el Taso,
Ricardos o Gofredos de Bullones.
Pues que por vos, segundo Gatilaso,
Quedarán para siempre de ratones
Libres las bibliotecas del Parnaso.
LA GATOMAQUIA
Amor, celos y guerra informan el asunto de este poema épico-burlesco, delicioso y dificilísimo, en el que, traspuesto a los gatos, el autor revive por última vez el gran tema de su vida y de su obra.
La Gatomaquia, de carácter narrativo, contiene 2.802 versos y está dividido en 7 silvas. Relata los desdichados amores de Marramaquiz, gato pobre, enamorado de la hermosa Zapaquilda, la cual, atraída por el garbo y los regalos de Micifuf, gato forastero, decide cambiar el objeto de sus desvelos. Marramaquiz, al verse desdeñado, recurre vanamente, para sanar del mal de amor, primero a Merlín, que le sangra la vena del corazón y luego a Garfiñato, un asceta estoico, quien le aconseja que no hay, para olvidar a amor, remedio como otro nuevo amor o tierra en medio.
Pone entonces los ojos en Micilda, gata de un boticario, casta y hermosa. La fementida Zapaquilda, pese a sus desdenes, se siente burlada. Escena terrible entre ambas gatas. Pero no hay remedio para Marramaquiz que, no pudiendo soportar las evidencias de su derrota, reta a duelo a su contrincante.
Sorprendidos por la ronda nocturna, son llevados a la cárcel. Libres por fin, Marramaquiz, al enterarse de que se han concetado las bodas de Zapaquilda y Micifuf, en un arrebato demencial, comete toda clase de desmanes. Irrumpe intempestivamente en la sala de los desposorios y, después de un encendido discurso ante el atónito senado, se arroja contra los circunstantes, sembrando entre ellos el terror y la muerte. Dirigiéndose a la atemorizada Zapaquilda, cuyo esposo aún no ha llegado, tomándola en los brazos, la conduce a su fortaleza y la encierra en una torre...